Aprendizaje basado en proyectos: ¿Y cómo es él?

¿Qué hubiese sucedido si nos hubiesen enseñado mediante el aprendizaje basado en proyectos cuando estudiamos educación secundaria obligatoria y bachillerato? Yo realmente no recuerdo haber realizado ningún trabajo en grupo, ni tampoco haber realizado ninguna exposición en clase. Solo recuerdo tomar apuntes durante las clases, hacer algunos trabajos en casa y estudiar mucho para poder sacar buenas notas pensando ya en la universidad. ¿Y en la universidad? Tampoco recuerdo realizar muchos trabajos en equipo durante los primeros años. Sí realizamos algún trabajo en cuarto y quinto, sobre todo en quinto, la redacción de un proyecto de empresa que hubo que exponer utilizando, por supuesto, un proyector de los antiguos. Después te incorporas al mundo laboral, antes o después y, ¡¡¡sorpresa¡¡¡, todas estas capacidades que no entrenamos durante nuestra época de estudiantes las necesitábamos: exponer con clientes, trabajar en equipo, desarrollar proyectos…, como sucede, por ejemplo, en todas las firmas que prestan servicios profesionales.

En definitiva, el aprendizaje basado en proyectos permite al alumnado crecer en múltiples dimensiones, además de ganar motivación y esfuerzo al poder plantear un reto a un problema real, del entorno, si se trata de un aprendizaje servicio. Si además los proyectos se cruzan entre varias asignaturas, miel sobre hojuelas como dirían en mi pueblo. Hasta que no eres mayor (del todo…) no te das cuenta de los miedos a los que te tienes que enfrentar, porque nadie te había enseñado a afrontarlos ni ofrecido las herramientas para poder hacerlo.

Tal y como está organizada la educación, en concreto la pública, con por ejemplo las limitaciones de recursos, la “obligatoriedad” de explicar el temario (sobre todo para los alumnos que se acercan a la EvAU) o la rotación de docentes que existe en determinados centros, puede dificultar introducir este sistema, pero sin duda es necesario y se requiere un cambio institucional que permita llevarlo a cabo.